¿Cómo conseguir hablar con el juez a solas?, ¿cómo poder deshacerme de Faustino, sin que sospeche?, ¿cómo?, esta era la pregunta que rebotaba en el interior de mi cabeza, me martilleaba una y otra vez, debía de pensar y pensar rápido, sentía que mi vida me iba en ello. Mi vida, hace un tiempo parecía no importarme en nada, ni siquiera me había percatado de lo valiosa que era, simplemente por el echo de que nada la amenazaba, ¿pero realmente era así?, ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba, de lo cegado que me hallaba por esa vida de excesos que no me permitía el ver más allá del siguiente día, de las siguientes horas, cuanta razón tenía el pobre Mario, el me advirtió una y otra vez, pero yo no escuchaba o mejor dicho no quería escuchar. Y esa pregunta que seguía en mi mente, en mi interior roto, desgarrado por las últimas horas vividas de forma tan desbordante y fuera de control, no podía confiar en nadie, ya lo había podido comprobar con la presencia de Faustino sin necesidad de una sola llamada mía, no podía confiar ni en el más simple de los conserjes de ese juzgado, no podía confiar en nadie…..¿o tal vez sí?, tal vez una persona, si, ¿Por qué no?, a él le interesaba tanto como a mi llegar al fondo de este asunto, aunque debía de pensarlo bien………
¿Es usted D. Gonzalo García del Valle?, en ese momento la voz del juez Rafael Martínez consiguió sacarme de ese interior mío, ese interior al que nadie aun ha podio llegar, ese interior que a partir de estos momentos se iba a convertir en mi mejor aliado, que me iba a permitir el evadirme, que me permitiría el poder desarrollar los acontecimientos de manera que me fuesen favorables.
¿Está usted entre nosotros?, de nuevo la voz del juez, esta vez más enérgica que la anterior, pero Faustino, perro viejo de estas y otras lides ya había saltado a la plaza con el capote en mano para ayudarme a lidiar con este toro. Su señoría, aquí tiene la documentación de mi cliente, podrá comprobar que se trata de Gonzalo García del Valle. Creo que su cliente está lo suficientemente capacitado para contestar por si mismo, el juez volvía a recriminarle a Faustino, y este como buen fajador volvió a asimilar el golpe pero devolviéndole una mirada desafiante, ya serás mío algún día, y entonces de poco te servirá ese titulo de juez, y no lo decía por decir, Faustino sabía de la debilidad de la carne y del alma, sabía de hombres y sabía de mujeres, sabía del día pero mucho mas sabía de la noche, de esa noche que envuelve con su oscuridad nuestros más escondidos secretos, Faustino sabía esperar, tarde o temprano ese juez cometería un error, todos lo hacían tarde o temprano, y si no lo cometía ya se encargaría el de que lo cometiera, como aquella vez que un concejal de urbanismo de un pequeño pueblo de la zona costera no quería ceder a las pretensiones del grupo que representaba Faustino, al pobre concejal que llevaba poco tiempo en el cargo, de esos que sueñan con hacer las cosas bien, de manera honrada, lo invitaron a una fiesta a través de terceras personas, allí conoció a una chica como no había conocido nunca, y que probablemente si no llega a ser por Faustino nunca hubiese conocido, paso la noche de su vida con ella, y su vida también se fue con ella, al día siguiente al despertar de una resaca de whisky a base de chupitos y de coca esnifada de entre los pechos de la chica, despertó con las manos llenas de sangre y la chica muerta a su lado, Faustino lo preparó, a la semana siguiente el concejal autorizaba la construcción de una de las mayores urbanizaciones de la zona, a los pocos días aparecía muerto en su coche con una nota en la que explicaba al juez y a su esposa lo ocurrido con la chica. Así era Faustino, y así se las gastaba, por eso debía de hablar con el juez. Así que si su cliente ya se encuentra entre nosotros, preferiría que contestase por si mismo. Por favor puede repetirme la pregunta, me oía responder. ¿Es usted D. Gonzalo García del Valle?, si señoría. Durante las siguientes horas el secretario procedió a leer el auto por el cual se me acusaba, constaba de unos quinientos folios, solo la separata del caso que a mi me concernía, se me acusaba de varios delitos financieros, de falsedad de documento mercantil, blanqueo de capital y no se cuantas cosas más, pero lo más importante estaba ocurriendo en mi mente, apenas prestaba atención, de todas formas poco podría alegar en esa primera citación, tan solo se me comunicaban los cargos, y para eso ya estaba allí Faustino, lo importante para mi ahora era tratar de ordenar mis pensamientos, tenía una idea y ahora debía de darle forma, organizar lo que de manera espontánea afluía a mi cabeza, era como había sido siempre, un problema una solución. Y la solución estaba allí, acaba de presentarse, un leve llamar de nudillos desde el exterior de la puerta, unas breves palabras pidiendo permiso para entrar, y esa autorización amable, pero con autoridad, esa puerta que se abre lentamente, de forma imperceptible para no entorpecer los hechos que en la habitación se suceden, si, esa era mi solución, acaba de entrar y sentarse detrás de mi como si nada, como si esto no fuera con él, pero si que va con el, y mucho, tanto que de él va a depender mi vida en los próximos días. Vaya veo que ha decidido acompañarnos, observo el juez, les presentare aunque creo que ya se conocen, al menos me consta que al señor Gonzalo García lo ha conocido recientemente, lo que no se es si conoce al sr. Faustino Carvajal, abogado del sr. García, si lo conozco señoría, además se puede decir que últimamente sigo su carrera muy de cerca. Vaya, comento Faustino, es todo un halago Sargento Osuna. El sargento Ramón Osuna, acababa de entrar, venía a prestar declaración ante el juez con referencia a los hechos en los que se desarrollo mi detención, esta mañana para mí era mi mayor pesadilla, había irrumpido en mi vida como una riada, arrastrando todo lo que me sostenía, todo lo que representaba mi vida, incluso había llegado a odiar esa amabilidad con la que me trato, y ahora aparecía ante mi como una esperanza, como esa cuerda salvadora que aparece en los últimos instantes de cualquier película de serie B.
Una vez más el sargento Osuna, relató los hechos de mi detención, de cómo se desarrollaron, mientras el secretario tomaba nota en una pieza más que pasaría a engrosar mi expediente, de vez en cuando el juez lo interrumpía con alguna que otra pregunta para asegurarse de que el proceso se había ejecutado tal y como dicta la Ley, y a cada respuesta del sargento este movía afirmativamente la cabeza de manera satisfactoria, no permitiría ni un simple error en el proceso, que pudiese dar por terminado antes de tiempo el juicio, no ese juicio, era algo por lo que el juez había pasado muchas noches en vela en su despacho, muchas horas que había dejado de pasar con su familia, de echo hacía tiempo que su matrimonio apenas si lo era, desde que fue nombrado titular del juzgado número cinco de la audiencia nacional, encargado de los delitos financieros, todo era diferente, el juez Rafael Martínez, proveniente de una provincia pequeña, fue escalando en el escalafón de la judicatura paso a paso, con tenacidad y haciendo las cosas bien, despacio y con mucha pulcritud, su primer caso le vino por casualidad, aquella noche no le tocaba guardia en el pequeño juzgado en el que desempeñaba sus funciones, pero su compañero enfermo el día anterior, no recordaba exactamente de que, pero allí su suerte cambio, ese día estando el de guardia le llego el caso de un famoso constructor local, en aquel momento era el mayor de los casos que había llevado hasta entonces, no podría imaginar que con el paso del tiempo un caso como aquel hoy en día ni llamaría su atención, el promotor un tal Leoncio había vendido una serie de viviendas de una pequeña urbanización aun en proyecto, recogiendo una considerable cantidad de dinero a cuenta a las desdichadas familias que en el confiaron, pero que descubrieron, aunque tarde, que los materiales empleados no eran los que figuraban en el contrato, la urbanización no contaba con los mínimos servicios de agua y alumbrado, y que sus casas se agrietaban más y mas cada día que pasaba. Aquel caso que llevo con su maniática pulcritud y eficiencia, le supuso un magnifico trampolín en su carrera, pero a que precio, al precio de perder a los suyos, por eso por que se lo debía, no podía permitir ni el mas mínimo fallo en la preparación del expediente por el cual pretendía desmantelar una de las mas activas mafias de la costa.
Aun pasaron un par de horas antes de que el juez diera por terminada la citación y dispusiera mi traslado preventivo a prisión, el sargento Ramón Osuna se encargaría de llevarlo a cabo.
Salí del despacho acompañado por Faustino que en ningún momento se separó de mi, dos guardias mas y el sargento Osuna me escoltaban, el furgón policial se encontraba en los sótanos de los juzgados, vigilado por dos agentes más, ahora yo era más valioso vivo para unos que para otros y mi vida podía valer más o menos en función de los intereses de estos, no por que mi vida les preocupase lo más mínimo, yo me había convertido en una pieza de un juego mas amplio, era un simple peón.
Como supuse el sargento Osuna se instaló en la parte trasera del furgón junto a mi, de echo ya contaba con esa posibilidad, era algo que intuí y como otras tantas veces mi intuición no me engaño.
De nuevo esa irritante amabilidad por parte del sargento. Se encuentra bien, dentro de poco podrá descansar, en un principio será alojado en prisión dentro del módulo de adaptación, primero por que el juez aun no ha decretado su ingreso total en el centro penitenciario y segundo por que siempre se pasa un periodo dentro de este modulo, estará atendido por un sicólogo y contará con la ayuda de un interno de confianza que se encargará de ayudarlo y de…., calló el sargento, no quiso pronunciar estas últimas palabras, pero yo sabía a que se refería. De evitar que me lesione, no es eso sargento, temen que me pueda suicidar o que me suiciden, verdad, no se preocupe se lo que valgo vivo, y se lo que valgo muerto, por mi no tiene por que temer estoy dispuesto a conservar mi vida, y creo que es usted en la única persona en la que puedo confiar en estos momentos. El sargento puso cara de póker, pero pude ver por unos instantes como su rostro reflejaba durante un breve instante un débil atisbo de sorpresa. ¿A que se refiere?, vamos sargento le inquirí, usted sabe tan bien como yo que soy hombre muerto, tarde o temprano en el momento que sea trasladado a un modulo de la prisión mi vida estará terminada, el como lo harán es lo de menos, probablemente apareceré con una sobredosis en mi celda y una nota pidiendo perdón, sabe que tengo las horas contadas, a menos que usted me ayude, No me estará ofreciendo un soborno para que le ayude a escapar, ¿verdad?, vamos hombre Gonzalo, le creía más listo que eso. Tranquilo sargento, no, no es eso lo que pretendo, además creo que sería un verdadero insulto a su inteligencia, no, lo que yo le propongo es un trato, lo que yo le ofrezco es la posibilidad de limpiar esta costa de toda esa chusma, querrá decir chusma como usted, me corrigió el sargento, si claro, de chusma como yo. Y como piensa hacerlo, no creo que este en condiciones de negociar mucho desde su posición. Eso sargento creo que es algo que ni a usted ni a mi nos compete, eso sargento será decisión del juez Rafael Martínez, prepáreme una reunión a solas con el, sin la presencia de mi abogado, y por supuesto que nadie más en el juzgado debe de enterarse, sobre todo ese secretario que tiene el juez. Durante unos segundos que me parecieron horas el sargento estuvo pensando, intentando ver donde estaba la trampa en lo que le proponía, mientras yo trataba de no dejar ver mi ansiedad, volvia a negociar, aunque esta vez no se trataba de ningun cargamento de coca, esta bien, hablare con el juez, pero no le prometo nada.
Veinticuatro horas mas tarde me llevaron en presencia del director del centro penitenciario, era algo rutinario sobre todo con presos que no habían cometido delitos de sangre, un funcionario me guío por entre los distintos pasillos hasta el despacho del director, situado en la segunda planta del edificio. Al llegar al despacho se detuvo delante de la puerta y me indico que a partir de ahí debería de seguir yo solo, el no tenia permiso para acompañarme, le pregunte si ese era el procedimiento ordinario, su mirada le delato, no tuvo que decirme más, solo volvió a indicarme la puerta con un leve movimiento de su cabeza. Alargué la mano hacia el pomo de la puerta y mientras lo giraba mil y un pensamientos vividos se agolparon de pronto en mi, presentía mi fin, aunque no creía que fuese a tener lugar en un despacho, pero pensándolo mejor era bastante sencillo, unos instantes solos en el despacho mientras el director llegaba, una ventana abierta y un vano y desesperado intento de lavar mi honor arrojándome por la ventana, así lo resumirían los periódicos del día siguiente. Que mas daba ya todo, respire hondo acabe de girar el pomo y entre en la habitación, estaba en penumbra y mis ojos aun deslumbrados por las fuertes luces de los pasillos aun tardarían unos segundos en adaptarse a esa falta de luz. Un ruido a mi espaldas, me gire violentamente y pude oír como la llave acababa de cerrar la puerta y con ello mi única posibilidad de escape, mientras mi vista se había acostumbrado a esa penumbra, y pude distinguir una figura en un extremo de la habitación, mi vida había llegado a su fin, dispuesto a afrontar mi destino, aunque con paso tembloroso me acerque hacía esa figura abstracta, nunca antes lo había pensado, pero bien podía ser la imagen perfecta de la muerte. Aquí estoy, le increpé, que quieres, lentamente se giró y pude ver por primera vez su rostro, un tenue rayo de luz procedente de los focos exteriores y que se colaba por la persiana me lo mostró, no podía ser, pero alli estaba delante de mi, frío e inmutable.
José Miguel, he leído ya las 3 partes de tu primer capítulo, y simple y sencillamente tu historia me tiene cautiva, intrigada...para mi gusto personal, por la forma tan narrtiva y descriptiva, logras captar mi atención incluso me siento impaciente porque publiques lo que sigue... me gusta la manera como nos vas presentando a los personajes, los detalles, el suspenso...en fin, sabes que solo soy una lectora común...pero el gusto es genuino.
ResponderEliminarEnhorabuena!!! Espero la siguiente parte...
Besos y Abrazos afectuosos
Tu amiga del otro lado del Atlántico
Sara Márquez