Tú sabes que es para ti, sabes que vago perdido, que mi alma errante lucha por encontrar un camino que la aleje de ti, que en mis sueños apareces una y otra vez, vuelvo a perderme en mi interior intentando encontrar la forma de poder esquivar esa atracción que ejerces sobre mi.
Tú sabes que es para ti, muchas son ya las noches que desde mi soledad trato de encontrar un sentido a tanta pasión que me inunda al estar cerca de ti, se que no te tendré, se que no llegaré a sentir tu piel, que mis manos nunca lograrán recorrer los mas lujuriosos de tus rincones, que mis labios seguirán fríos anhelando un soplo de tu aliento que los devuelva a la vida, que los haga sentirse amados.
Tú sabes que es para ti, deja que abra las puertas de mis sentimientos a través de estas palabras que brotan sin poder retenerlas, apenas si puedo darles un orden, tienen vida propia, esa vida que se regenera cada vez que te miro a los ojos, esos ojos en los que me veo reflejado como si fueran las aguas de un lago, deseando poder sumergirme en ellos.
Tú sabes que es para ti, desde aquel día que el destino te puso en mi camino, jugando conmigo de la mas cruel de las formas, tenerte tan cerca y no tenerte, deseando día tras día el momento de la despedida, de poder sentir la caricia de tu piel con la mía en ese beso que apenas si roza mi mejilla, y a la vez deseando que ese momento de la despedida no se produzca, verte marchar y desear una tras otra vez poder correr detrás de ti, decirte que no te pierdas en la noche, que no te vuelvas a difuminar ante mis ojos, decirte que……, ¿qué decirte?.
Tú sabes que es para ti.
martes, 23 de marzo de 2010
sábado, 20 de marzo de 2010
CAPITULO I. El Final (III parte)
¿Cómo conseguir hablar con el juez a solas?, ¿cómo poder deshacerme de Faustino, sin que sospeche?, ¿cómo?, esta era la pregunta que rebotaba en el interior de mi cabeza, me martilleaba una y otra vez, debía de pensar y pensar rápido, sentía que mi vida me iba en ello. Mi vida, hace un tiempo parecía no importarme en nada, ni siquiera me había percatado de lo valiosa que era, simplemente por el echo de que nada la amenazaba, ¿pero realmente era así?, ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba, de lo cegado que me hallaba por esa vida de excesos que no me permitía el ver más allá del siguiente día, de las siguientes horas, cuanta razón tenía el pobre Mario, el me advirtió una y otra vez, pero yo no escuchaba o mejor dicho no quería escuchar. Y esa pregunta que seguía en mi mente, en mi interior roto, desgarrado por las últimas horas vividas de forma tan desbordante y fuera de control, no podía confiar en nadie, ya lo había podido comprobar con la presencia de Faustino sin necesidad de una sola llamada mía, no podía confiar ni en el más simple de los conserjes de ese juzgado, no podía confiar en nadie…..¿o tal vez sí?, tal vez una persona, si, ¿Por qué no?, a él le interesaba tanto como a mi llegar al fondo de este asunto, aunque debía de pensarlo bien………
¿Es usted D. Gonzalo García del Valle?, en ese momento la voz del juez Rafael Martínez consiguió sacarme de ese interior mío, ese interior al que nadie aun ha podio llegar, ese interior que a partir de estos momentos se iba a convertir en mi mejor aliado, que me iba a permitir el evadirme, que me permitiría el poder desarrollar los acontecimientos de manera que me fuesen favorables.
¿Está usted entre nosotros?, de nuevo la voz del juez, esta vez más enérgica que la anterior, pero Faustino, perro viejo de estas y otras lides ya había saltado a la plaza con el capote en mano para ayudarme a lidiar con este toro. Su señoría, aquí tiene la documentación de mi cliente, podrá comprobar que se trata de Gonzalo García del Valle. Creo que su cliente está lo suficientemente capacitado para contestar por si mismo, el juez volvía a recriminarle a Faustino, y este como buen fajador volvió a asimilar el golpe pero devolviéndole una mirada desafiante, ya serás mío algún día, y entonces de poco te servirá ese titulo de juez, y no lo decía por decir, Faustino sabía de la debilidad de la carne y del alma, sabía de hombres y sabía de mujeres, sabía del día pero mucho mas sabía de la noche, de esa noche que envuelve con su oscuridad nuestros más escondidos secretos, Faustino sabía esperar, tarde o temprano ese juez cometería un error, todos lo hacían tarde o temprano, y si no lo cometía ya se encargaría el de que lo cometiera, como aquella vez que un concejal de urbanismo de un pequeño pueblo de la zona costera no quería ceder a las pretensiones del grupo que representaba Faustino, al pobre concejal que llevaba poco tiempo en el cargo, de esos que sueñan con hacer las cosas bien, de manera honrada, lo invitaron a una fiesta a través de terceras personas, allí conoció a una chica como no había conocido nunca, y que probablemente si no llega a ser por Faustino nunca hubiese conocido, paso la noche de su vida con ella, y su vida también se fue con ella, al día siguiente al despertar de una resaca de whisky a base de chupitos y de coca esnifada de entre los pechos de la chica, despertó con las manos llenas de sangre y la chica muerta a su lado, Faustino lo preparó, a la semana siguiente el concejal autorizaba la construcción de una de las mayores urbanizaciones de la zona, a los pocos días aparecía muerto en su coche con una nota en la que explicaba al juez y a su esposa lo ocurrido con la chica. Así era Faustino, y así se las gastaba, por eso debía de hablar con el juez. Así que si su cliente ya se encuentra entre nosotros, preferiría que contestase por si mismo. Por favor puede repetirme la pregunta, me oía responder. ¿Es usted D. Gonzalo García del Valle?, si señoría. Durante las siguientes horas el secretario procedió a leer el auto por el cual se me acusaba, constaba de unos quinientos folios, solo la separata del caso que a mi me concernía, se me acusaba de varios delitos financieros, de falsedad de documento mercantil, blanqueo de capital y no se cuantas cosas más, pero lo más importante estaba ocurriendo en mi mente, apenas prestaba atención, de todas formas poco podría alegar en esa primera citación, tan solo se me comunicaban los cargos, y para eso ya estaba allí Faustino, lo importante para mi ahora era tratar de ordenar mis pensamientos, tenía una idea y ahora debía de darle forma, organizar lo que de manera espontánea afluía a mi cabeza, era como había sido siempre, un problema una solución. Y la solución estaba allí, acaba de presentarse, un leve llamar de nudillos desde el exterior de la puerta, unas breves palabras pidiendo permiso para entrar, y esa autorización amable, pero con autoridad, esa puerta que se abre lentamente, de forma imperceptible para no entorpecer los hechos que en la habitación se suceden, si, esa era mi solución, acaba de entrar y sentarse detrás de mi como si nada, como si esto no fuera con él, pero si que va con el, y mucho, tanto que de él va a depender mi vida en los próximos días. Vaya veo que ha decidido acompañarnos, observo el juez, les presentare aunque creo que ya se conocen, al menos me consta que al señor Gonzalo García lo ha conocido recientemente, lo que no se es si conoce al sr. Faustino Carvajal, abogado del sr. García, si lo conozco señoría, además se puede decir que últimamente sigo su carrera muy de cerca. Vaya, comento Faustino, es todo un halago Sargento Osuna. El sargento Ramón Osuna, acababa de entrar, venía a prestar declaración ante el juez con referencia a los hechos en los que se desarrollo mi detención, esta mañana para mí era mi mayor pesadilla, había irrumpido en mi vida como una riada, arrastrando todo lo que me sostenía, todo lo que representaba mi vida, incluso había llegado a odiar esa amabilidad con la que me trato, y ahora aparecía ante mi como una esperanza, como esa cuerda salvadora que aparece en los últimos instantes de cualquier película de serie B.
Una vez más el sargento Osuna, relató los hechos de mi detención, de cómo se desarrollaron, mientras el secretario tomaba nota en una pieza más que pasaría a engrosar mi expediente, de vez en cuando el juez lo interrumpía con alguna que otra pregunta para asegurarse de que el proceso se había ejecutado tal y como dicta la Ley, y a cada respuesta del sargento este movía afirmativamente la cabeza de manera satisfactoria, no permitiría ni un simple error en el proceso, que pudiese dar por terminado antes de tiempo el juicio, no ese juicio, era algo por lo que el juez había pasado muchas noches en vela en su despacho, muchas horas que había dejado de pasar con su familia, de echo hacía tiempo que su matrimonio apenas si lo era, desde que fue nombrado titular del juzgado número cinco de la audiencia nacional, encargado de los delitos financieros, todo era diferente, el juez Rafael Martínez, proveniente de una provincia pequeña, fue escalando en el escalafón de la judicatura paso a paso, con tenacidad y haciendo las cosas bien, despacio y con mucha pulcritud, su primer caso le vino por casualidad, aquella noche no le tocaba guardia en el pequeño juzgado en el que desempeñaba sus funciones, pero su compañero enfermo el día anterior, no recordaba exactamente de que, pero allí su suerte cambio, ese día estando el de guardia le llego el caso de un famoso constructor local, en aquel momento era el mayor de los casos que había llevado hasta entonces, no podría imaginar que con el paso del tiempo un caso como aquel hoy en día ni llamaría su atención, el promotor un tal Leoncio había vendido una serie de viviendas de una pequeña urbanización aun en proyecto, recogiendo una considerable cantidad de dinero a cuenta a las desdichadas familias que en el confiaron, pero que descubrieron, aunque tarde, que los materiales empleados no eran los que figuraban en el contrato, la urbanización no contaba con los mínimos servicios de agua y alumbrado, y que sus casas se agrietaban más y mas cada día que pasaba. Aquel caso que llevo con su maniática pulcritud y eficiencia, le supuso un magnifico trampolín en su carrera, pero a que precio, al precio de perder a los suyos, por eso por que se lo debía, no podía permitir ni el mas mínimo fallo en la preparación del expediente por el cual pretendía desmantelar una de las mas activas mafias de la costa.
Aun pasaron un par de horas antes de que el juez diera por terminada la citación y dispusiera mi traslado preventivo a prisión, el sargento Ramón Osuna se encargaría de llevarlo a cabo.
Salí del despacho acompañado por Faustino que en ningún momento se separó de mi, dos guardias mas y el sargento Osuna me escoltaban, el furgón policial se encontraba en los sótanos de los juzgados, vigilado por dos agentes más, ahora yo era más valioso vivo para unos que para otros y mi vida podía valer más o menos en función de los intereses de estos, no por que mi vida les preocupase lo más mínimo, yo me había convertido en una pieza de un juego mas amplio, era un simple peón.
Como supuse el sargento Osuna se instaló en la parte trasera del furgón junto a mi, de echo ya contaba con esa posibilidad, era algo que intuí y como otras tantas veces mi intuición no me engaño.
De nuevo esa irritante amabilidad por parte del sargento. Se encuentra bien, dentro de poco podrá descansar, en un principio será alojado en prisión dentro del módulo de adaptación, primero por que el juez aun no ha decretado su ingreso total en el centro penitenciario y segundo por que siempre se pasa un periodo dentro de este modulo, estará atendido por un sicólogo y contará con la ayuda de un interno de confianza que se encargará de ayudarlo y de…., calló el sargento, no quiso pronunciar estas últimas palabras, pero yo sabía a que se refería. De evitar que me lesione, no es eso sargento, temen que me pueda suicidar o que me suiciden, verdad, no se preocupe se lo que valgo vivo, y se lo que valgo muerto, por mi no tiene por que temer estoy dispuesto a conservar mi vida, y creo que es usted en la única persona en la que puedo confiar en estos momentos. El sargento puso cara de póker, pero pude ver por unos instantes como su rostro reflejaba durante un breve instante un débil atisbo de sorpresa. ¿A que se refiere?, vamos sargento le inquirí, usted sabe tan bien como yo que soy hombre muerto, tarde o temprano en el momento que sea trasladado a un modulo de la prisión mi vida estará terminada, el como lo harán es lo de menos, probablemente apareceré con una sobredosis en mi celda y una nota pidiendo perdón, sabe que tengo las horas contadas, a menos que usted me ayude, No me estará ofreciendo un soborno para que le ayude a escapar, ¿verdad?, vamos hombre Gonzalo, le creía más listo que eso. Tranquilo sargento, no, no es eso lo que pretendo, además creo que sería un verdadero insulto a su inteligencia, no, lo que yo le propongo es un trato, lo que yo le ofrezco es la posibilidad de limpiar esta costa de toda esa chusma, querrá decir chusma como usted, me corrigió el sargento, si claro, de chusma como yo. Y como piensa hacerlo, no creo que este en condiciones de negociar mucho desde su posición. Eso sargento creo que es algo que ni a usted ni a mi nos compete, eso sargento será decisión del juez Rafael Martínez, prepáreme una reunión a solas con el, sin la presencia de mi abogado, y por supuesto que nadie más en el juzgado debe de enterarse, sobre todo ese secretario que tiene el juez. Durante unos segundos que me parecieron horas el sargento estuvo pensando, intentando ver donde estaba la trampa en lo que le proponía, mientras yo trataba de no dejar ver mi ansiedad, volvia a negociar, aunque esta vez no se trataba de ningun cargamento de coca, esta bien, hablare con el juez, pero no le prometo nada.
Veinticuatro horas mas tarde me llevaron en presencia del director del centro penitenciario, era algo rutinario sobre todo con presos que no habían cometido delitos de sangre, un funcionario me guío por entre los distintos pasillos hasta el despacho del director, situado en la segunda planta del edificio. Al llegar al despacho se detuvo delante de la puerta y me indico que a partir de ahí debería de seguir yo solo, el no tenia permiso para acompañarme, le pregunte si ese era el procedimiento ordinario, su mirada le delato, no tuvo que decirme más, solo volvió a indicarme la puerta con un leve movimiento de su cabeza. Alargué la mano hacia el pomo de la puerta y mientras lo giraba mil y un pensamientos vividos se agolparon de pronto en mi, presentía mi fin, aunque no creía que fuese a tener lugar en un despacho, pero pensándolo mejor era bastante sencillo, unos instantes solos en el despacho mientras el director llegaba, una ventana abierta y un vano y desesperado intento de lavar mi honor arrojándome por la ventana, así lo resumirían los periódicos del día siguiente. Que mas daba ya todo, respire hondo acabe de girar el pomo y entre en la habitación, estaba en penumbra y mis ojos aun deslumbrados por las fuertes luces de los pasillos aun tardarían unos segundos en adaptarse a esa falta de luz. Un ruido a mi espaldas, me gire violentamente y pude oír como la llave acababa de cerrar la puerta y con ello mi única posibilidad de escape, mientras mi vista se había acostumbrado a esa penumbra, y pude distinguir una figura en un extremo de la habitación, mi vida había llegado a su fin, dispuesto a afrontar mi destino, aunque con paso tembloroso me acerque hacía esa figura abstracta, nunca antes lo había pensado, pero bien podía ser la imagen perfecta de la muerte. Aquí estoy, le increpé, que quieres, lentamente se giró y pude ver por primera vez su rostro, un tenue rayo de luz procedente de los focos exteriores y que se colaba por la persiana me lo mostró, no podía ser, pero alli estaba delante de mi, frío e inmutable.
¿Es usted D. Gonzalo García del Valle?, en ese momento la voz del juez Rafael Martínez consiguió sacarme de ese interior mío, ese interior al que nadie aun ha podio llegar, ese interior que a partir de estos momentos se iba a convertir en mi mejor aliado, que me iba a permitir el evadirme, que me permitiría el poder desarrollar los acontecimientos de manera que me fuesen favorables.
¿Está usted entre nosotros?, de nuevo la voz del juez, esta vez más enérgica que la anterior, pero Faustino, perro viejo de estas y otras lides ya había saltado a la plaza con el capote en mano para ayudarme a lidiar con este toro. Su señoría, aquí tiene la documentación de mi cliente, podrá comprobar que se trata de Gonzalo García del Valle. Creo que su cliente está lo suficientemente capacitado para contestar por si mismo, el juez volvía a recriminarle a Faustino, y este como buen fajador volvió a asimilar el golpe pero devolviéndole una mirada desafiante, ya serás mío algún día, y entonces de poco te servirá ese titulo de juez, y no lo decía por decir, Faustino sabía de la debilidad de la carne y del alma, sabía de hombres y sabía de mujeres, sabía del día pero mucho mas sabía de la noche, de esa noche que envuelve con su oscuridad nuestros más escondidos secretos, Faustino sabía esperar, tarde o temprano ese juez cometería un error, todos lo hacían tarde o temprano, y si no lo cometía ya se encargaría el de que lo cometiera, como aquella vez que un concejal de urbanismo de un pequeño pueblo de la zona costera no quería ceder a las pretensiones del grupo que representaba Faustino, al pobre concejal que llevaba poco tiempo en el cargo, de esos que sueñan con hacer las cosas bien, de manera honrada, lo invitaron a una fiesta a través de terceras personas, allí conoció a una chica como no había conocido nunca, y que probablemente si no llega a ser por Faustino nunca hubiese conocido, paso la noche de su vida con ella, y su vida también se fue con ella, al día siguiente al despertar de una resaca de whisky a base de chupitos y de coca esnifada de entre los pechos de la chica, despertó con las manos llenas de sangre y la chica muerta a su lado, Faustino lo preparó, a la semana siguiente el concejal autorizaba la construcción de una de las mayores urbanizaciones de la zona, a los pocos días aparecía muerto en su coche con una nota en la que explicaba al juez y a su esposa lo ocurrido con la chica. Así era Faustino, y así se las gastaba, por eso debía de hablar con el juez. Así que si su cliente ya se encuentra entre nosotros, preferiría que contestase por si mismo. Por favor puede repetirme la pregunta, me oía responder. ¿Es usted D. Gonzalo García del Valle?, si señoría. Durante las siguientes horas el secretario procedió a leer el auto por el cual se me acusaba, constaba de unos quinientos folios, solo la separata del caso que a mi me concernía, se me acusaba de varios delitos financieros, de falsedad de documento mercantil, blanqueo de capital y no se cuantas cosas más, pero lo más importante estaba ocurriendo en mi mente, apenas prestaba atención, de todas formas poco podría alegar en esa primera citación, tan solo se me comunicaban los cargos, y para eso ya estaba allí Faustino, lo importante para mi ahora era tratar de ordenar mis pensamientos, tenía una idea y ahora debía de darle forma, organizar lo que de manera espontánea afluía a mi cabeza, era como había sido siempre, un problema una solución. Y la solución estaba allí, acaba de presentarse, un leve llamar de nudillos desde el exterior de la puerta, unas breves palabras pidiendo permiso para entrar, y esa autorización amable, pero con autoridad, esa puerta que se abre lentamente, de forma imperceptible para no entorpecer los hechos que en la habitación se suceden, si, esa era mi solución, acaba de entrar y sentarse detrás de mi como si nada, como si esto no fuera con él, pero si que va con el, y mucho, tanto que de él va a depender mi vida en los próximos días. Vaya veo que ha decidido acompañarnos, observo el juez, les presentare aunque creo que ya se conocen, al menos me consta que al señor Gonzalo García lo ha conocido recientemente, lo que no se es si conoce al sr. Faustino Carvajal, abogado del sr. García, si lo conozco señoría, además se puede decir que últimamente sigo su carrera muy de cerca. Vaya, comento Faustino, es todo un halago Sargento Osuna. El sargento Ramón Osuna, acababa de entrar, venía a prestar declaración ante el juez con referencia a los hechos en los que se desarrollo mi detención, esta mañana para mí era mi mayor pesadilla, había irrumpido en mi vida como una riada, arrastrando todo lo que me sostenía, todo lo que representaba mi vida, incluso había llegado a odiar esa amabilidad con la que me trato, y ahora aparecía ante mi como una esperanza, como esa cuerda salvadora que aparece en los últimos instantes de cualquier película de serie B.
Una vez más el sargento Osuna, relató los hechos de mi detención, de cómo se desarrollaron, mientras el secretario tomaba nota en una pieza más que pasaría a engrosar mi expediente, de vez en cuando el juez lo interrumpía con alguna que otra pregunta para asegurarse de que el proceso se había ejecutado tal y como dicta la Ley, y a cada respuesta del sargento este movía afirmativamente la cabeza de manera satisfactoria, no permitiría ni un simple error en el proceso, que pudiese dar por terminado antes de tiempo el juicio, no ese juicio, era algo por lo que el juez había pasado muchas noches en vela en su despacho, muchas horas que había dejado de pasar con su familia, de echo hacía tiempo que su matrimonio apenas si lo era, desde que fue nombrado titular del juzgado número cinco de la audiencia nacional, encargado de los delitos financieros, todo era diferente, el juez Rafael Martínez, proveniente de una provincia pequeña, fue escalando en el escalafón de la judicatura paso a paso, con tenacidad y haciendo las cosas bien, despacio y con mucha pulcritud, su primer caso le vino por casualidad, aquella noche no le tocaba guardia en el pequeño juzgado en el que desempeñaba sus funciones, pero su compañero enfermo el día anterior, no recordaba exactamente de que, pero allí su suerte cambio, ese día estando el de guardia le llego el caso de un famoso constructor local, en aquel momento era el mayor de los casos que había llevado hasta entonces, no podría imaginar que con el paso del tiempo un caso como aquel hoy en día ni llamaría su atención, el promotor un tal Leoncio había vendido una serie de viviendas de una pequeña urbanización aun en proyecto, recogiendo una considerable cantidad de dinero a cuenta a las desdichadas familias que en el confiaron, pero que descubrieron, aunque tarde, que los materiales empleados no eran los que figuraban en el contrato, la urbanización no contaba con los mínimos servicios de agua y alumbrado, y que sus casas se agrietaban más y mas cada día que pasaba. Aquel caso que llevo con su maniática pulcritud y eficiencia, le supuso un magnifico trampolín en su carrera, pero a que precio, al precio de perder a los suyos, por eso por que se lo debía, no podía permitir ni el mas mínimo fallo en la preparación del expediente por el cual pretendía desmantelar una de las mas activas mafias de la costa.
Aun pasaron un par de horas antes de que el juez diera por terminada la citación y dispusiera mi traslado preventivo a prisión, el sargento Ramón Osuna se encargaría de llevarlo a cabo.
Salí del despacho acompañado por Faustino que en ningún momento se separó de mi, dos guardias mas y el sargento Osuna me escoltaban, el furgón policial se encontraba en los sótanos de los juzgados, vigilado por dos agentes más, ahora yo era más valioso vivo para unos que para otros y mi vida podía valer más o menos en función de los intereses de estos, no por que mi vida les preocupase lo más mínimo, yo me había convertido en una pieza de un juego mas amplio, era un simple peón.
Como supuse el sargento Osuna se instaló en la parte trasera del furgón junto a mi, de echo ya contaba con esa posibilidad, era algo que intuí y como otras tantas veces mi intuición no me engaño.
De nuevo esa irritante amabilidad por parte del sargento. Se encuentra bien, dentro de poco podrá descansar, en un principio será alojado en prisión dentro del módulo de adaptación, primero por que el juez aun no ha decretado su ingreso total en el centro penitenciario y segundo por que siempre se pasa un periodo dentro de este modulo, estará atendido por un sicólogo y contará con la ayuda de un interno de confianza que se encargará de ayudarlo y de…., calló el sargento, no quiso pronunciar estas últimas palabras, pero yo sabía a que se refería. De evitar que me lesione, no es eso sargento, temen que me pueda suicidar o que me suiciden, verdad, no se preocupe se lo que valgo vivo, y se lo que valgo muerto, por mi no tiene por que temer estoy dispuesto a conservar mi vida, y creo que es usted en la única persona en la que puedo confiar en estos momentos. El sargento puso cara de póker, pero pude ver por unos instantes como su rostro reflejaba durante un breve instante un débil atisbo de sorpresa. ¿A que se refiere?, vamos sargento le inquirí, usted sabe tan bien como yo que soy hombre muerto, tarde o temprano en el momento que sea trasladado a un modulo de la prisión mi vida estará terminada, el como lo harán es lo de menos, probablemente apareceré con una sobredosis en mi celda y una nota pidiendo perdón, sabe que tengo las horas contadas, a menos que usted me ayude, No me estará ofreciendo un soborno para que le ayude a escapar, ¿verdad?, vamos hombre Gonzalo, le creía más listo que eso. Tranquilo sargento, no, no es eso lo que pretendo, además creo que sería un verdadero insulto a su inteligencia, no, lo que yo le propongo es un trato, lo que yo le ofrezco es la posibilidad de limpiar esta costa de toda esa chusma, querrá decir chusma como usted, me corrigió el sargento, si claro, de chusma como yo. Y como piensa hacerlo, no creo que este en condiciones de negociar mucho desde su posición. Eso sargento creo que es algo que ni a usted ni a mi nos compete, eso sargento será decisión del juez Rafael Martínez, prepáreme una reunión a solas con el, sin la presencia de mi abogado, y por supuesto que nadie más en el juzgado debe de enterarse, sobre todo ese secretario que tiene el juez. Durante unos segundos que me parecieron horas el sargento estuvo pensando, intentando ver donde estaba la trampa en lo que le proponía, mientras yo trataba de no dejar ver mi ansiedad, volvia a negociar, aunque esta vez no se trataba de ningun cargamento de coca, esta bien, hablare con el juez, pero no le prometo nada.
Veinticuatro horas mas tarde me llevaron en presencia del director del centro penitenciario, era algo rutinario sobre todo con presos que no habían cometido delitos de sangre, un funcionario me guío por entre los distintos pasillos hasta el despacho del director, situado en la segunda planta del edificio. Al llegar al despacho se detuvo delante de la puerta y me indico que a partir de ahí debería de seguir yo solo, el no tenia permiso para acompañarme, le pregunte si ese era el procedimiento ordinario, su mirada le delato, no tuvo que decirme más, solo volvió a indicarme la puerta con un leve movimiento de su cabeza. Alargué la mano hacia el pomo de la puerta y mientras lo giraba mil y un pensamientos vividos se agolparon de pronto en mi, presentía mi fin, aunque no creía que fuese a tener lugar en un despacho, pero pensándolo mejor era bastante sencillo, unos instantes solos en el despacho mientras el director llegaba, una ventana abierta y un vano y desesperado intento de lavar mi honor arrojándome por la ventana, así lo resumirían los periódicos del día siguiente. Que mas daba ya todo, respire hondo acabe de girar el pomo y entre en la habitación, estaba en penumbra y mis ojos aun deslumbrados por las fuertes luces de los pasillos aun tardarían unos segundos en adaptarse a esa falta de luz. Un ruido a mi espaldas, me gire violentamente y pude oír como la llave acababa de cerrar la puerta y con ello mi única posibilidad de escape, mientras mi vista se había acostumbrado a esa penumbra, y pude distinguir una figura en un extremo de la habitación, mi vida había llegado a su fin, dispuesto a afrontar mi destino, aunque con paso tembloroso me acerque hacía esa figura abstracta, nunca antes lo había pensado, pero bien podía ser la imagen perfecta de la muerte. Aquí estoy, le increpé, que quieres, lentamente se giró y pude ver por primera vez su rostro, un tenue rayo de luz procedente de los focos exteriores y que se colaba por la persiana me lo mostró, no podía ser, pero alli estaba delante de mi, frío e inmutable.
lunes, 15 de marzo de 2010
sábado, 13 de marzo de 2010
CAPITULO I. El Final (II parte)
¿Quiere un poco de agua?, ¿Cómo?, que si quiere un poco de agua, su señoría no tardara en llegar, no gracias atiné a responder, bien mientras tanto le comunico que su abogado D. Faustino Carvajal López, se halla en la sala de al lado, terminando de presentar la documentación que lo acredita como encargado de su defensa.
Faustino Carvajal López, aun recuerdo el día que me lo presentaron, fue en una fiesta en el club Marfil de Puerto Banús, no recuerdo exactamente que se celebraba, la verdad es que no era necesario celebrar nada especial para montar uno de esos cotarros, solían organizarlos alguna empresa, normalmente con motivo de la presentación al mercado de alguna nueva marca que sale a la luz, chicas guapas por todas partes, alcohol y lo que no es alcohol, y mas chicas. Recuerdo bien ese día por que Faustino se presento con una chica espectacular, y tal vez lo fuese tanto por el escote que lucia, o mas bien por lo que este permitía lucir, pero no fue la chica lo que me llamo la atención, fue el reloj, el reloj que exhibia de forma aparentemente desinteresada en su muñeca, pero que en el fondo se notaba que estaba orgulloso de él, lo mostraba de forma casual, al igual que a la chica, como un objeto más de su colección, un Rolex de oro y brillantes, pero del que solo se habían fabricado menos de doscientas unidades, un reloj del que yo estuve enamorado, si por que no llamarlo así, desde que fue presentado en sociedad en una fiesta muy similar a esta, pero que yo no pude conseguir, aquello me hizo preguntarme que relaciones tendría el tal Faustino, no era por falta de dinero por lo que no pude adquirirlo, no estaba a la altura de las expectativas de la marca, o algo así, según me hicieron entrever desde el departamento comercial, por eso, aquello incentivo más mi curiosidad por conocer a ese hombre.
Busque con la mirada a mi amigo Mario, Mario Márquez. Mario era heredero de un nombre con abolengo sevillano, pero al que solo le quedaba eso, su nombre. Toda su fortuna, si es que alguna vez llego a existir, se había perdido en los casinos de la Costa del Sol, y parte del extranjero, desde el Torrequebrada de Benalmadena, hasta el más selecto de Montecarlo, pasando por los del resto de España, pero aún así Mario seguía acudiendo a estas fiestas y demás saraos, conocía a todo el mundo y todo el mundo lo conocía a él, lo encontré charlando con la esposa de un famoso ganadero, últimamente se dedicaba a las esposas, las entretenía mientras sus maridos andaban detrás de las deslumbrantes modelos que pululaban por estas fiestas, unos prometiendo un papel en un anuncio, o un casting de la próxima película de tal o cual director de prestigio, y las otras haciéndose querer, a veces, algunas, las mas listas hasta de rogar, procuraban no darlo todo en la primera fiesta, de esta forma unos y otros se iban adentrando en las horas muertas que estos eventos ofrecen, y así Mario se ganaba la invitación a la próxima fiesta, o un fin de semana en la finca e incluso las vacaciones en el yate.
Me acerque a él y pidiendo disculpas a su próxima anfitriona me lo lleve a un aparte. Gonzalo, que tal, hace una semana que no tengo noticias tuyas, el miércoles me preguntaron por ti, o tal vez fue el martes, no sé, ya todos los días me parecen iguales. Quien te pregunto por mi, quise saber, espera, dejame pensar como se llama, no recuerdo bien, es aquel paleto de no se que constructora nueva, el del rolls royce de segunda mano, bueno no te preocupues, total tarde o temprano me encontraría, la próxima vez puedes darle mi número, te lo agradeceré, por cierto tengo un talón para ti, por la representación del mes pasado. Representación, un simple eufemismo que utilizábamos para darle algo de dinero a Mario, siempre nos era útil de una forma u otra. Oh gracias, si no te importa pasaré mañana a recogerlo, me viene muy bien, tenía previsto escaparme por unos días, no sé, me apetece Tánger, pero dime en que puedo ayudarte, no me habrás arrancado de los brazos de la anfitriona de mis próximas vacaciones, las pobres se pelean por lucirme en sus fiestas. No, solo quiero un poco de información, quien es ese, el de la chica despampanante, el que luce reloj. Vaya veo que tienes buen ojo, pero te advierto que es hetero, no creo que te cambie por la chica. Vamos Mario no seas bujarra, que no te pega, dime quien es.
Faustino Carvajal, abogado, especialista en la creación de empresas ubicadas en Gibraltar y resto de paraísos fiscales, se habla que es representante legal de la mayoría de las mafias rusas que operan por estas costas, cuentan que es capaz de crearte una corporación nueva en minutos con un móvil y una servilleta, también se dice que no tuvo mayor problema en deshacerse de su socio de bufete cuando este le puso pegas sobre sus relaciones con sus nuevos clientes, aunque el parte oficial fue muerte fulminante por infarto, menudo infarto debió de darle. Podrías presentármelo. Mira Gonzalo, no se que andarás pensando pero te advierto, no es trigo limpio, allá donde mete la mano y coge pieza no la suelta hasta que no es suya, me comprendes. Perfectamente, pero anda no seas remilgado y preséntamelo.
Se abrió la puerta del despacho y entro Faustino, bajo, medio calvo, y con un traje que apenas se sostenía sobre sus malformadas espaldas, pero seguro de si mismo, con esa seguridad que te da el haber bregado durante años por estos pasillos. No hizo falta que lo llamara, sencillamente se presento, algún funcionario tendría este mes un pequeño sobresueldo que le permitiese una ortodoncia a sus hijos, o una pulsera nueva para su amiga. Gonzalo, ¿como estas?, he venido en cuanto me han avisado, ¿estas bien?, ¿necesitas algo?, miró de soslayo al secretario del juez, y este se levanto, puso una excusa a la que ninguno de los dos prestamos atención, y salio de la habitación. En ese momento Faustino cambio, se convirtió en la hiena que era, no estaba allí para velar por mis intereses, sino para asegurarse que los intereses de sus otros clientes no se vieran perjudicados.
Vaya Gonzalo, nos tenias muy preocupados, hace ya un mes que no sabíamos de ti, y de pronto nos enteramos que estas en los juzgados, y no creo que hayas venido a casarte, ¿verdad?. Quien sabe, Faustino, a lo mejor me ha llegado el momento de sentar la cabeza, formar una jodida familia, con niños y perro. Mira Gonzalo no me fastidies, sabes que yo siempre he sido tu amigo, pero también sabes que tenemos otros amigos en común que se preocupan por ti, por tu salud…..me comprendes verdad. Vaya ahora resulta que sois unos putos oeneges. Vamos, Gonzalo no me malinterpretes, solo nos preocupamos por ti, por que si no iba yo a estar aquí, de momento sería mejor que no hablaras, déjame a mi, conozco este hueso de juez, el muy hijoputa lleva detrás de nosotros cinco años, y nunca ha encontrado nada, solo esta tanteando el terreno a ver si pesca algo, tranquilo no tiene nada. ¿Por qué no tiene nada, verdad Gonzalo?.
Iba a responderle que se fuera a la mierda, pero un golpe seco en la puerta al abrirse nos hizo girarnos a los dos, era el juez Rafael Martínez, de pie bajo el marco de la puerta observándonos con su clásico traje gris oscuro.
Vaya, veo que ya ha podido entrevistarse con su cliente a solas señor Faustino. Su señoría le veo en forma, bueno algunas palabras he podido intercambiar con mi cliente, pero claro de forma muy breve eso si. Ya veo, pero supongo que habrá tenido tiempo suficiente de aleccionarlo. Su señoría me confunde, sabe perfectamente que mi cliente es un honrado empresario que se halla aquí sin duda por un error, el cual confio su señoría podrá corregir a la mayor brevedad posible. Insinúa que cometo errores, señor Faustino. No señoría….Vale, abogado por favor tome asiento y procederemos con el auto, el juez corto por lo sano lo que se preveía una nueva perorata de Faustino, eso se le daba bien, el confundir a la gente con sus halagos haciendose el medio tonto, pero este juez lo tenia enfilado desde hacia tiempo y no le iba a permitir ninguna de sus habituales triquiñuelas. en ese momento me di cuenta de que si queria seguir con vida los proximos años, debería de conseguir la confianza del juez Rafael Martinez, pero como hacerlo, tenia que conseguir quitarme de encima a Faustino, debia de pensar rapido, tenia un problema y debia de soluccionarlo, estaba volviendo a pensar, nuevamente mi mente se encontraba ocupada en la resolución de una crisis, estaba volviendo a ser yo, me crecia ante las dificultades, pero como poder deshacerme de Faustino, ¿como?....en esas estaba cuando la primera pregunta del juez me saco de mis pensamientos.
¿Es usted D. Gonzalo García del Valle?......
Faustino Carvajal López, aun recuerdo el día que me lo presentaron, fue en una fiesta en el club Marfil de Puerto Banús, no recuerdo exactamente que se celebraba, la verdad es que no era necesario celebrar nada especial para montar uno de esos cotarros, solían organizarlos alguna empresa, normalmente con motivo de la presentación al mercado de alguna nueva marca que sale a la luz, chicas guapas por todas partes, alcohol y lo que no es alcohol, y mas chicas. Recuerdo bien ese día por que Faustino se presento con una chica espectacular, y tal vez lo fuese tanto por el escote que lucia, o mas bien por lo que este permitía lucir, pero no fue la chica lo que me llamo la atención, fue el reloj, el reloj que exhibia de forma aparentemente desinteresada en su muñeca, pero que en el fondo se notaba que estaba orgulloso de él, lo mostraba de forma casual, al igual que a la chica, como un objeto más de su colección, un Rolex de oro y brillantes, pero del que solo se habían fabricado menos de doscientas unidades, un reloj del que yo estuve enamorado, si por que no llamarlo así, desde que fue presentado en sociedad en una fiesta muy similar a esta, pero que yo no pude conseguir, aquello me hizo preguntarme que relaciones tendría el tal Faustino, no era por falta de dinero por lo que no pude adquirirlo, no estaba a la altura de las expectativas de la marca, o algo así, según me hicieron entrever desde el departamento comercial, por eso, aquello incentivo más mi curiosidad por conocer a ese hombre.
Busque con la mirada a mi amigo Mario, Mario Márquez. Mario era heredero de un nombre con abolengo sevillano, pero al que solo le quedaba eso, su nombre. Toda su fortuna, si es que alguna vez llego a existir, se había perdido en los casinos de la Costa del Sol, y parte del extranjero, desde el Torrequebrada de Benalmadena, hasta el más selecto de Montecarlo, pasando por los del resto de España, pero aún así Mario seguía acudiendo a estas fiestas y demás saraos, conocía a todo el mundo y todo el mundo lo conocía a él, lo encontré charlando con la esposa de un famoso ganadero, últimamente se dedicaba a las esposas, las entretenía mientras sus maridos andaban detrás de las deslumbrantes modelos que pululaban por estas fiestas, unos prometiendo un papel en un anuncio, o un casting de la próxima película de tal o cual director de prestigio, y las otras haciéndose querer, a veces, algunas, las mas listas hasta de rogar, procuraban no darlo todo en la primera fiesta, de esta forma unos y otros se iban adentrando en las horas muertas que estos eventos ofrecen, y así Mario se ganaba la invitación a la próxima fiesta, o un fin de semana en la finca e incluso las vacaciones en el yate.
Me acerque a él y pidiendo disculpas a su próxima anfitriona me lo lleve a un aparte. Gonzalo, que tal, hace una semana que no tengo noticias tuyas, el miércoles me preguntaron por ti, o tal vez fue el martes, no sé, ya todos los días me parecen iguales. Quien te pregunto por mi, quise saber, espera, dejame pensar como se llama, no recuerdo bien, es aquel paleto de no se que constructora nueva, el del rolls royce de segunda mano, bueno no te preocupues, total tarde o temprano me encontraría, la próxima vez puedes darle mi número, te lo agradeceré, por cierto tengo un talón para ti, por la representación del mes pasado. Representación, un simple eufemismo que utilizábamos para darle algo de dinero a Mario, siempre nos era útil de una forma u otra. Oh gracias, si no te importa pasaré mañana a recogerlo, me viene muy bien, tenía previsto escaparme por unos días, no sé, me apetece Tánger, pero dime en que puedo ayudarte, no me habrás arrancado de los brazos de la anfitriona de mis próximas vacaciones, las pobres se pelean por lucirme en sus fiestas. No, solo quiero un poco de información, quien es ese, el de la chica despampanante, el que luce reloj. Vaya veo que tienes buen ojo, pero te advierto que es hetero, no creo que te cambie por la chica. Vamos Mario no seas bujarra, que no te pega, dime quien es.
Faustino Carvajal, abogado, especialista en la creación de empresas ubicadas en Gibraltar y resto de paraísos fiscales, se habla que es representante legal de la mayoría de las mafias rusas que operan por estas costas, cuentan que es capaz de crearte una corporación nueva en minutos con un móvil y una servilleta, también se dice que no tuvo mayor problema en deshacerse de su socio de bufete cuando este le puso pegas sobre sus relaciones con sus nuevos clientes, aunque el parte oficial fue muerte fulminante por infarto, menudo infarto debió de darle. Podrías presentármelo. Mira Gonzalo, no se que andarás pensando pero te advierto, no es trigo limpio, allá donde mete la mano y coge pieza no la suelta hasta que no es suya, me comprendes. Perfectamente, pero anda no seas remilgado y preséntamelo.
Se abrió la puerta del despacho y entro Faustino, bajo, medio calvo, y con un traje que apenas se sostenía sobre sus malformadas espaldas, pero seguro de si mismo, con esa seguridad que te da el haber bregado durante años por estos pasillos. No hizo falta que lo llamara, sencillamente se presento, algún funcionario tendría este mes un pequeño sobresueldo que le permitiese una ortodoncia a sus hijos, o una pulsera nueva para su amiga. Gonzalo, ¿como estas?, he venido en cuanto me han avisado, ¿estas bien?, ¿necesitas algo?, miró de soslayo al secretario del juez, y este se levanto, puso una excusa a la que ninguno de los dos prestamos atención, y salio de la habitación. En ese momento Faustino cambio, se convirtió en la hiena que era, no estaba allí para velar por mis intereses, sino para asegurarse que los intereses de sus otros clientes no se vieran perjudicados.
Vaya Gonzalo, nos tenias muy preocupados, hace ya un mes que no sabíamos de ti, y de pronto nos enteramos que estas en los juzgados, y no creo que hayas venido a casarte, ¿verdad?. Quien sabe, Faustino, a lo mejor me ha llegado el momento de sentar la cabeza, formar una jodida familia, con niños y perro. Mira Gonzalo no me fastidies, sabes que yo siempre he sido tu amigo, pero también sabes que tenemos otros amigos en común que se preocupan por ti, por tu salud…..me comprendes verdad. Vaya ahora resulta que sois unos putos oeneges. Vamos, Gonzalo no me malinterpretes, solo nos preocupamos por ti, por que si no iba yo a estar aquí, de momento sería mejor que no hablaras, déjame a mi, conozco este hueso de juez, el muy hijoputa lleva detrás de nosotros cinco años, y nunca ha encontrado nada, solo esta tanteando el terreno a ver si pesca algo, tranquilo no tiene nada. ¿Por qué no tiene nada, verdad Gonzalo?.
Iba a responderle que se fuera a la mierda, pero un golpe seco en la puerta al abrirse nos hizo girarnos a los dos, era el juez Rafael Martínez, de pie bajo el marco de la puerta observándonos con su clásico traje gris oscuro.
Vaya, veo que ya ha podido entrevistarse con su cliente a solas señor Faustino. Su señoría le veo en forma, bueno algunas palabras he podido intercambiar con mi cliente, pero claro de forma muy breve eso si. Ya veo, pero supongo que habrá tenido tiempo suficiente de aleccionarlo. Su señoría me confunde, sabe perfectamente que mi cliente es un honrado empresario que se halla aquí sin duda por un error, el cual confio su señoría podrá corregir a la mayor brevedad posible. Insinúa que cometo errores, señor Faustino. No señoría….Vale, abogado por favor tome asiento y procederemos con el auto, el juez corto por lo sano lo que se preveía una nueva perorata de Faustino, eso se le daba bien, el confundir a la gente con sus halagos haciendose el medio tonto, pero este juez lo tenia enfilado desde hacia tiempo y no le iba a permitir ninguna de sus habituales triquiñuelas. en ese momento me di cuenta de que si queria seguir con vida los proximos años, debería de conseguir la confianza del juez Rafael Martinez, pero como hacerlo, tenia que conseguir quitarme de encima a Faustino, debia de pensar rapido, tenia un problema y debia de soluccionarlo, estaba volviendo a pensar, nuevamente mi mente se encontraba ocupada en la resolución de una crisis, estaba volviendo a ser yo, me crecia ante las dificultades, pero como poder deshacerme de Faustino, ¿como?....en esas estaba cuando la primera pregunta del juez me saco de mis pensamientos.
¿Es usted D. Gonzalo García del Valle?......
jueves, 18 de febrero de 2010
Capitulo I. EL FINAL
¿Como ocurrió todo?, es algo que aun hoy me pregunto, pero el echo es que aquello paso y fue una realidad, ahora y mirando hacia atrás, con la visión que da el paso del tiempo aun sigo sin comprender que me hizo llegar a perderme en un mundo que creía conocido, de tal forma que termino por devorarme por completo, y ahora estaba allí, en una celda de la policía judicial, pequeña, fría, y totalmente impersonal, pues de eso se trata, de no permitir ningún tipo de personalidad, nada que pueda permitir un atisbo de esperanza a los que se ven recluidos en su interior durante unas horas, de por si interminables, pero que ahora incluso me ahogan en un espacio tan reducido.
Hace ya unas horas que la policía se presento en mi apartamento, la verdad es que no me sorprendí cuando abrí la puerta y me encontré de frente con dos agentes,se identificarón como tales pero ellos sabían tambien como yo, que aquello era un gesto innecesario, hacia días que los esperaba, pero no por el mero echo de esperarlos acepte su presencia, incluso llegue a preguntarles cínicamente que querían. Eran dos, el sargento de la guardia civil Ramón Osuna, especialista en delitos financieros, y el cabo Cárdenas, destinado a su unidad desde hacia unas semanas, aun no se había habituado a las maneras del sargento, un tipo alto de gestos elegantes, le gustaba vestir bien, se hacia la manicura una vez a la semana, iba al gimnasio, comía en buenos restaurantes y gustaba de leer todo lo que caía en sus manos sobre el mundo de las finanzas, incluido el Wall Street Journal, que leía cada día a través de Internet, aunque de esto último Cárdenas sospechaba que solo lo miraba para elevarse un tanto su ego, no creía que hablase ingles, al principio de su llegada a la unidad le pregunto a la otra persona que junto con él y el sargento formaba la Unidad de Delitos Financieros de la zona oriental de andalucía, que comprendia las ciudades de Granada, Almería y Jaén, Málaga contaba con su propia unidad, mucho mas nutrida y mejor equipada que la del sargento Ramón Osuna, pero el era gato viejo en el cuerpo y la falta de material la suplía con su experiencia y su tesón, el resto de andalucía estaba dividida a su vez en dos subsectores, que solían compenetrarse entre ellos según las circunstancias lo exigieran, pero él solo contaba con el cabo Cárdenas y con la guardia Fonseca, Clara Fonseca, natural de Córdoba, una morena que parecía haberse escapado de uno de los cuadros de Romero de Torres, ya desde sus días en la academia de Baeza, fue muy popular, pero ella se mantenía ajena a todo ello, consciente de que en un mundo militar y tan jerarquizado como era el cuerpo, debería de esforzarse el doble que cualquier otro compañero, lo que la llevo a centrarse totalmente en los estudios y las pruebas, algo que le supuso granjearse el apodo de la roca, a lo que ella no prestaba mayor atención, aunque tampoco intentaba poner remedio, le convenía mantener distancias, incluso ahora en el cuerpo procuraba mantenerse fría en el trabajo. Pero eso no fue siempre así, aun se despierta en medio de fríos sudores y no puede evitar el romper a llorar cada vez que recuerda a María, una niña de diez años de su época en la UCO. María murió, mejor dicho, a María la matarón, se ensañaron con ella, fue su ultimo caso en la unidad central, la habían secuestrado para dar una lección a su padre, un asunto de drogas, un cargamento que la unidad intercepto gracias a una larga y dura investigación de la que ella formó parte como infiltrada en la familia de María, pero a María la usarón como moneda de cambio por aquel cargamento perdido, Clara se culpo entonces y se sigue culpando ahora, un tiempo fuera del cuerpo y un destino nuevo, eso fue lo que el cuerpo le ofreció, y ahora estaba a las ordenes del sargento Osuna, y cuando su compañero le pregunto si el sargento era trigo limpio, ella solo lo miro y siguió a su trabajo.
Cuando llegarón el sargento Osuna y el cabo Cárdenas, aun era de madrugada, sin embargo me encontraba despierto, habia pasado unas horas en la cama dando vueltas, mirando una y otra vez como el reloj apenas dejaba escapar las horas, unos minutos antes de sonar el timbre de la puerta me habia levantado y como si hubiese tenido una intuición comencé a preparar una lista mentalmente de cuales serian para mi los artículos imprescindibles que me permitiría sobrevivir en una isla, eran muchas las cosas innecesarías que en los últimos años habia adquirido, que me llevaría a una isla desierta, ah, si pudiera escapar a una isla desierta del pacifico, dejar de tener problemas, no tener que estar pendiente del tiempo, poder olvidar estos ultimos años de mi vida, comenzar de cero, volver a nacer, perdido en esos pensamientos estaba cuando el timbre de la puerta me devolvió a la realidad, fué algo irreal durante unos segundos, dos, tal vez tres en los que todo paso despacio, como a cámara lenta, es gracioso, hasta ahora solo creía que eso solo ocurría en las películas, sin embargo el tiempo se detuvo, mi mirada se perdió en dirección al ventanal amplio que en esos momentos permitía entrar los primeros rayos de sol de ese nuevo día, estaba amaneciendo, independientemente de mis problemas, volvia a amanecer un día más, que ocurriría si me lanzase al vacío, ¿podría hallar asi de esta forma mi isla desierta?, se acabarían mis problemas, volvío a sonar el timbre, esta vez acompañado de unos golpes sobre la puerta que me hicierón volver en mi, había vuelto a ser un cobarde.
Desde ese momento todo empezo a ocurrir de forma acelerada, tras identificarse el sargento me pregunto si estaba solo en esos momentos, en estos y en otros momentos quise responderle, pero solo asenti con la cabeza, me costaba articular palabra alguna.
¿Señor Gonzalo García del Valle?, por favor podría identificarse, era una mera formalidad, de sobra sabía quien era yo, llevaba meses investigando mi vida. Traémos una orden de detención del juzgado nº 5 de la Audiencia Nacional, creo que debería de vestirse, por favor. Siempre tan cortés, con el tiempo fue algo que incluso llego a exasperarme, esa cortesía más allá de lo que la formalidad institucional exigía, le indique mi dormitorio y me dirigí hacía alli, pero algo debío de ver en mi estado de ánimo que le indico al cabo Cárdenas que me acompañara, mas adelante cuando nuestra relación, si es que se la puede llamar así, me comento que no lo hizo por temor a que escapará, sino por miedo a que pudiera suicidarme, según me contó, en este tipo de arrestos, hombres de negocios que lo habian tenido todo no podian soportar el verse sin nada, el escandalo, y optaban por un camino mas rápido, no podía sospechar que era una alternativa que ya me había planteado, pero que despejé de mi mente por cobardía, aun consegui vestirme con cierta dignidad, me decidí por una americana de sport, camisa y pantalón cómodos y a juego, y unos mocasines, cuando salí pude ver en su mirada un leve gesto de aprobación. Por favor salgamos se hace tarde, lo siento pero debemos de esposarle, nuevamente esa cortesía, solo atiné a levanter mis manos a media altura y extenderlas, Cárdenas delante de mi me coloco los grilletes, estabán frios, en ese momento todo se derrumbo a mi alrededor, me deje llevar, no sentía ni oía nada, solo me dejé llevar.
Hace ya unas horas que la policía se presento en mi apartamento, la verdad es que no me sorprendí cuando abrí la puerta y me encontré de frente con dos agentes,se identificarón como tales pero ellos sabían tambien como yo, que aquello era un gesto innecesario, hacia días que los esperaba, pero no por el mero echo de esperarlos acepte su presencia, incluso llegue a preguntarles cínicamente que querían. Eran dos, el sargento de la guardia civil Ramón Osuna, especialista en delitos financieros, y el cabo Cárdenas, destinado a su unidad desde hacia unas semanas, aun no se había habituado a las maneras del sargento, un tipo alto de gestos elegantes, le gustaba vestir bien, se hacia la manicura una vez a la semana, iba al gimnasio, comía en buenos restaurantes y gustaba de leer todo lo que caía en sus manos sobre el mundo de las finanzas, incluido el Wall Street Journal, que leía cada día a través de Internet, aunque de esto último Cárdenas sospechaba que solo lo miraba para elevarse un tanto su ego, no creía que hablase ingles, al principio de su llegada a la unidad le pregunto a la otra persona que junto con él y el sargento formaba la Unidad de Delitos Financieros de la zona oriental de andalucía, que comprendia las ciudades de Granada, Almería y Jaén, Málaga contaba con su propia unidad, mucho mas nutrida y mejor equipada que la del sargento Ramón Osuna, pero el era gato viejo en el cuerpo y la falta de material la suplía con su experiencia y su tesón, el resto de andalucía estaba dividida a su vez en dos subsectores, que solían compenetrarse entre ellos según las circunstancias lo exigieran, pero él solo contaba con el cabo Cárdenas y con la guardia Fonseca, Clara Fonseca, natural de Córdoba, una morena que parecía haberse escapado de uno de los cuadros de Romero de Torres, ya desde sus días en la academia de Baeza, fue muy popular, pero ella se mantenía ajena a todo ello, consciente de que en un mundo militar y tan jerarquizado como era el cuerpo, debería de esforzarse el doble que cualquier otro compañero, lo que la llevo a centrarse totalmente en los estudios y las pruebas, algo que le supuso granjearse el apodo de la roca, a lo que ella no prestaba mayor atención, aunque tampoco intentaba poner remedio, le convenía mantener distancias, incluso ahora en el cuerpo procuraba mantenerse fría en el trabajo. Pero eso no fue siempre así, aun se despierta en medio de fríos sudores y no puede evitar el romper a llorar cada vez que recuerda a María, una niña de diez años de su época en la UCO. María murió, mejor dicho, a María la matarón, se ensañaron con ella, fue su ultimo caso en la unidad central, la habían secuestrado para dar una lección a su padre, un asunto de drogas, un cargamento que la unidad intercepto gracias a una larga y dura investigación de la que ella formó parte como infiltrada en la familia de María, pero a María la usarón como moneda de cambio por aquel cargamento perdido, Clara se culpo entonces y se sigue culpando ahora, un tiempo fuera del cuerpo y un destino nuevo, eso fue lo que el cuerpo le ofreció, y ahora estaba a las ordenes del sargento Osuna, y cuando su compañero le pregunto si el sargento era trigo limpio, ella solo lo miro y siguió a su trabajo.
Cuando llegarón el sargento Osuna y el cabo Cárdenas, aun era de madrugada, sin embargo me encontraba despierto, habia pasado unas horas en la cama dando vueltas, mirando una y otra vez como el reloj apenas dejaba escapar las horas, unos minutos antes de sonar el timbre de la puerta me habia levantado y como si hubiese tenido una intuición comencé a preparar una lista mentalmente de cuales serian para mi los artículos imprescindibles que me permitiría sobrevivir en una isla, eran muchas las cosas innecesarías que en los últimos años habia adquirido, que me llevaría a una isla desierta, ah, si pudiera escapar a una isla desierta del pacifico, dejar de tener problemas, no tener que estar pendiente del tiempo, poder olvidar estos ultimos años de mi vida, comenzar de cero, volver a nacer, perdido en esos pensamientos estaba cuando el timbre de la puerta me devolvió a la realidad, fué algo irreal durante unos segundos, dos, tal vez tres en los que todo paso despacio, como a cámara lenta, es gracioso, hasta ahora solo creía que eso solo ocurría en las películas, sin embargo el tiempo se detuvo, mi mirada se perdió en dirección al ventanal amplio que en esos momentos permitía entrar los primeros rayos de sol de ese nuevo día, estaba amaneciendo, independientemente de mis problemas, volvia a amanecer un día más, que ocurriría si me lanzase al vacío, ¿podría hallar asi de esta forma mi isla desierta?, se acabarían mis problemas, volvío a sonar el timbre, esta vez acompañado de unos golpes sobre la puerta que me hicierón volver en mi, había vuelto a ser un cobarde.
Desde ese momento todo empezo a ocurrir de forma acelerada, tras identificarse el sargento me pregunto si estaba solo en esos momentos, en estos y en otros momentos quise responderle, pero solo asenti con la cabeza, me costaba articular palabra alguna.
¿Señor Gonzalo García del Valle?, por favor podría identificarse, era una mera formalidad, de sobra sabía quien era yo, llevaba meses investigando mi vida. Traémos una orden de detención del juzgado nº 5 de la Audiencia Nacional, creo que debería de vestirse, por favor. Siempre tan cortés, con el tiempo fue algo que incluso llego a exasperarme, esa cortesía más allá de lo que la formalidad institucional exigía, le indique mi dormitorio y me dirigí hacía alli, pero algo debío de ver en mi estado de ánimo que le indico al cabo Cárdenas que me acompañara, mas adelante cuando nuestra relación, si es que se la puede llamar así, me comento que no lo hizo por temor a que escapará, sino por miedo a que pudiera suicidarme, según me contó, en este tipo de arrestos, hombres de negocios que lo habian tenido todo no podian soportar el verse sin nada, el escandalo, y optaban por un camino mas rápido, no podía sospechar que era una alternativa que ya me había planteado, pero que despejé de mi mente por cobardía, aun consegui vestirme con cierta dignidad, me decidí por una americana de sport, camisa y pantalón cómodos y a juego, y unos mocasines, cuando salí pude ver en su mirada un leve gesto de aprobación. Por favor salgamos se hace tarde, lo siento pero debemos de esposarle, nuevamente esa cortesía, solo atiné a levanter mis manos a media altura y extenderlas, Cárdenas delante de mi me coloco los grilletes, estabán frios, en ese momento todo se derrumbo a mi alrededor, me deje llevar, no sentía ni oía nada, solo me dejé llevar.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)